Vikings está llegando llego a su fin. Los fans han seguido el drama histórico desde el principio.
Jessalyn Gilsig protagonizó las temporadas uno, dos y tres de Vikingos como Siggy Haraldson.
Siggy Haraldson era la esposa del jefe vikingo, Earl Haraldson (interpretado por Gabriel Byrne). También es la madre de Thyri (Elinor Crawley) y de sus dos últimos hijos.
Siggy gobernó junto a su marido y se ganó la confianza de muchos, sin embargo, a menudo cambiaba sus lealtades para asegurar su supervivencia. Siggy estaba locamente enamorada de su marido y quedó destrozada tras su muerte a manos de Ragnar Lothbork (Travis Fimmel) en la primera temporada.
Earl fue el enemigo vikingo de Ragnar Lothbrok durante años y, lamentablemente, al final, Ragnar pudo derrotar y matar a Earl y hacerse con el trono de Kattegat. Para mantenerse a salvo, Siggy se puso del lado de su marido asesino para proteger a su hija. Entonces mató al marido de su hija, el también conde Bjarni (Trevor Cooper), de Svealand, que era el resultado de un matrimonio concertado. Tras el funeral de su marido, Siggy y su hija intentaron abandonar Kattegat cuando Rollo (Clive Standen) las detuvo en su camino.
Siggy supuso que Rollo había venido a matarlas por orden de Ragnar, pero en su lugar, Rollo les explicó que Ragnar no les guarda ningún rencor y les permite quedarse en Kattegat. Sin embargo, Rollo tiene sus propios planes y obligó a Siggy a casarse con él, a cambio de protección para ella y su hija. Siggy también se convirtió en la sirvienta de la familia de Ragnar y Lagertha, para disgusto de Bjorn Ironside. Lamentablemente, Siggy, Thyri, Gyda y Athelstan (George Blagden) se ven afectados por la peste cuando ésta se desata en Kattegat.
Siggy y Athelstan sobreviven al brote, pero su hija Thyri y la hija de Ragnar, Gyda, perecen.
En la tercera temporada, está muy presente para Aslaug y le ayuda a criar a sus hijos junto con Helga. Muere trágicamente mientras salva a los dos hijos mayores de Aslaug y Ragnar, que han salido al fjörd helado y han caído al agua: un hermoso recuerdo de la muerte de sus propios dos hijos, que no pudo evitar.
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