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Probablemente haya escuchado el nombre "Valhalla" antes, probablemente en una película sobre mitología vikinga, en series de televisión o en libros. Incluso es el nombre del famoso juego de aventuras Assassin's Creed de Ubisoft, al que puedes jugar en Xbox o PlayStation.
Para los que no lo sepan, el Valhalla forma parte de la mitología nórdica de la época de los vikingos. Los vikingos eran pueblos bárbaros que creían en tres vidas después de la muerte. El Valhalla forma parte de uno de los prestigiosos lugares que podrían acogerse tras la muerte, es decir, el cielo de los vikingos.
Los vikingos eran guerreros que conquistaron un vasto territorio y una enorme extensión de tierra en el norte de Europa. Su crueldad era temida por todos los pueblos de Europa, que los llamaban paganos, bárbaros, pero también "gente muy viciosa". La verdadera fuerza de los guerreros vikingos residía en su creencia en la mitología nórdica, es decir, la creencia en una vida justa después de la muerte.
Gracias a su fe en los dioses y en una gloriosa vida después de la muerte, los guerreros tenían valor en la batalla.
En aquella época, los vikingos creían que había al menos tres vidas diferentes después de la muerte. Aparte de Helheim y Folkvangr, el lugar más prestigioso para que un vikingo viva después de la muerte era el Valhalla, considerado el paraíso vikingo.
De hecho, los vikingos no sólo se dedican a la lucha y la guerra. Tenían una cultura muy rica y al mismo tiempo compleja en comparación con la Cultura Cristiana. La cultura vikinga se basaba principalmente en un universo de nueve mundos habitados por varios dioses y diosas. Creían en Asgard (el dominio de los dioses), enanos, gigantes, hombres, elfos y muchas otras criaturas. Consiguieron transmitir sus creencias a través de poemas y varias piedras rúnicas.
Valhalla, en nórdico antiguo, significa "la sala de los caídos". Es el lugar en el que el dios Odín alberga a los muertos que considera dignos de vivir con él.
Según el antiguo poema nórdico, el Grímnismál, el techo del Valhalla era tan brillante como el oro, hecho de escudos. Las lanzas de los soldados se utilizaban como balsas. Los asientos del Valhalla estaban hechos de corazas y rodeaban las numerosas mesas festivas del gran salón. Las puertas del paraíso vikingo estaban custodiadas por lobos, y por encima de la sala volaban las águilas.
Los muertos que residen en el Valhalla, los einherjars (este término significa "los guerreros destacados" o "los que luchan solos"), viven una vida que cualquier guerrero vikingo querría experimentar. A lo largo del día, luchan entre sí, realizando innumerables actos de valentía. Cada noche, todas sus heridas se curan y recuperan toda su salud.
El Valhalla es una sala que tenía un techo de escudos, columnas en forma de lanza y varias cotas de malla de combatientes tumbados en los bancos. La entrada principal de esta sede estaba custodiada por feroces lobos. Sobre la puerta de entrada había un gran águila con las alas extendidas. El dios del trueno e hijo de Odín, Thor, vivía en el Bilskirnir, un palacio en el dominio del Valhalla. La cabra Heidrun y el ciervo Eikthyrnir también vivían en el Valhalla.
Todas estas peleas les abren el apetito y las cenas no pueden ser más buenas. Su carne procede del jabalí Saehrimmir, que vuelve a la vida cada vez que es sacrificado y descuartizado.
Las ubres de Heidrun sacaron el hidromiel para llenar una gran cuba, donde los dioses y los combatientes pudieron saciar su sed. El hidromiel es la bebida de los dioses que se ofrece a los combatientes que las valquirias traen al dominio. El hidromiel es una bebida alcohólica.
Los habitantes del Valhalla disponen así de un suministro inagotable de alimentos y bebidas de calidad excepcional. Además, les esperan las hermosas valquirias.
Sin embargo, los Einherjars no viven esta vida encantada para siempre.
Los aguerridos habitantes del Valhalla están allí por voluntad del dios Odín, que los acoge con un propósito totalmente egoísta, para que le ayuden en su batalla final contra el lobo Fenrir durante el Ragnarök, la batalla en la que Odín y los einherjars están condenados a morir.
El mundo del Valhalla se menciona en dos poemas que rinden homenaje a dos grandes reyes: Erik Hacha de Sangre y Haakon el Bueno. Según los escritos poéticos, el Valhalla daba una imagen aristocrática de la vida, no todos podían entrar en el Valhalla.
Según la mitología nórdica, el lugar al que llegaba un vikingo dependía principalmente de cómo moría, además de las acciones que mantenía en su vida. De hecho, la agresividad de los vikingos se basaba principalmente en sus visiones y creencias cósmicas. De hecho, se cuenta que los héroes que morían en la batalla podían llegar al Valhalla, mientras que los humanos que "morían en el heno" alcanzaban los dominios de Hel.
Hel es una diosa cuyo hogar se llamaba Helheim. El hogar más probable para un vikingo después de la muerte es el dominio de Helheim. De hecho, lo más probable es que los vikingos que morían por vejez o enfermedad recalaron en este lugar, que se consideraba un sitio doloroso. Helheim tenía una imagen oscura, brumosa y oscura. Para los pueblos nórdicos, desembarcar en Helheim era una verdadera deshonra. Los vikingos también podrían ir a Folkvangr o "el campo del pueblo". Este lugar estaba reservado para los luchadores valientes, los que murieron con valentía. Este lugar está en manos de la diosa Freya. Las representaciones muestran que Folkvangr es un lugar tranquilo de descanso y recompensa.
Sin embargo, el lugar más prestigioso al que podía llegar un vikingo era la sala de hidromiel de Odín, que no es otra cosa que el Valhalla. Un lugar reservado para los soldados de élite.
La única fuente en nórdico antiguo que proporciona una declaración explícita sobre cómo los hombres llegaron al Valhalla es la Edda en prosa de Snorri Sturluson, un erudito islandés del siglo XIII.
Snorri escribió muchas generaciones después de que el paganismo escandinavo diera paso al cristianismo y dejará de ser una tradición viva.
A menudo se esforzó por sistematizar artificialmente el material dispar de sus fuentes. Según Snorri, los que mueren en la batalla son llevados al Valhalla, mientras que los que mueren por enfermedad o vejez se encuentran en Hel tras abandonar la tierra de los vivos, a un inframundo. El autor Snorri contradice abiertamente esta afirmación en su relato de la muerte de Baldur.
Baldr, aunque fue asesinado violentamente, es llevado a Hel. Ninguna fuente hace esta distinción.
Otras historias ofrecen incluso ejemplos de lo contrario.
La distinción clara y ordenada entre Hel y Valhalla es, según los historiadores, seguramente una invención de Snorri. Su objetivo no era sistematizar el paganismo escandinavo, que nunca llegó a cuajar como sistema cuando aún estaba vigente. La entrada al Valhalla se basaba en la elección del Dios Odín y sus valquirias.
Se trataba de que el dios Aesir eligiera a los que mejor le servirían en su batalla final. Por ello, las filas del Valhalla están compuestas principalmente por guerreros de élite, especialmente héroes y gobernantes. Las fuentes nórdicas antiguas mencionan a determinadas personas que residen en el Valhalla, todas las cuales se ajustan a esta descripción. También hay practicantes de élite en otras funciones, que habrían sido uno de los miembros de la sala de un gobernante de la Edad Vikinga, como el poeta Bragi.
La descripción más famosa del Valhalla en la literatura nórdica antigua es la de Grímnismál. Este poema describe que el Valhalla se encuentra en Asgard, la fortaleza celestial de los dioses. Sin embargo, otros indicios sugieren que el Valhalla podría estar situado bajo tierra, como el inframundo en general.
Una de las principales características del Valhalla es la batalla permanente que se libra en su interior. Por ejemplo, el historiador medieval danés Saxo Grammaticus describe el descubrimiento del Valhalla por el héroe Hadding como un lugar en la oscuridad.
Sin embargo, la cuestión de dónde estaba el Valhalla es legítima.
Además, el propio nombre Valhöll, la sala de los muertos, parece estar claramente vinculado al nombre Valhalla, la roca de los muertos. Este es el nombre que reciben ciertas rocas y colinas donde se creía que habitaban los muertos en el sur de Suecia, uno de los principales centros históricos de culto a Odín. Obviamente, los vikingos no hacían una clara distinción entre el Valhalla y las otras salas de los muertos.
El Valhalla estaba decorado con muchos escudos de oro en el techo.
Más de 500 puertas permitieron a los guerreros residentes salir rápidamente del edificio en caso de ataque.
Los festejos fueron numerosos. En este paraíso vikingo, los mejores guerreros y héroes luchaban a diario. Los muertos y desmembrados eran curados o resucitados a tiempo para el banquete nocturno y el canto con Odín, el padre de los dioses. Esta rutina diaria continuó sin interrupción hasta que Odín llamó a sus protegidos para que le acompañarán en su batalla contra el enorme y feroz lobo Fenrir, uno de los hijos de Loki, en el Ragnarok.
El Valhalla era una excelente fuente de motivación para los vikingos, ya que esta creencia les quitaba gran parte del miedo en la batalla. En particular, permitió a los vikingos derrotar a fuerzas superiores y soportar pérdidas que habrían destruido la moral de un ejército en una cultura diferente.
El Valhalla era, sin duda, una de las razones por las que los vikingos eran guerreros tan valientes y por las que su presencia en la batalla hacía temblar al enemigo. Algunos guerreros vikingos llegaron incluso a buscar fines heroicos para atraer la atención del dios Odín y conseguir la admisión en el Valhalla, el paraíso vikingo.
Desde su nacimiento, un vikingo debe esperar una vida corta y violenta. De hecho, la esperanza de vida de un vikingo no supera los cuarenta años debido a las peligrosas aventuras, las despiadadas batallas y una dura vida de saqueo y agricultura de subsistencia. El Valhalla representaba el paraíso y la esperanza para todos los vikingos. Un lugar donde sus heridas pudieran curarse, donde la riqueza no fuera importante y donde el hidromiel nunca se acabara. La esperanza de alcanzar este paraíso les dio la fuerza para enfrentarse al peligro y luchar en todo momento.
